Historia

ORIGEN DE LA ASOCIACIÓN

Ya desde 1969 iba fraguándose la idea de constituir una Asociación de Vecinos en el barrio. El proyecto va madurando y en 1973 un grupo de promotores empieza a dar los primeros pasos. Tras varias reuniones y contactos, se llegó a la fecha del 31 de marzo de 1974, día de celebración de una Asamblea General en la que se aprobaron los Estatutos por los que se regiría (y se sigue rigiendo 25 años después) esta Asociación, al amparo de la Ley de Asociaciones de 24 de diciembre de 1964 (todavía también en vigor a finales del siglo XX).

 Estos Estatutos, firmados por los promotores J.Antonio León, Manuel González, Francisco Flores, Andrés Sánchez, Ramón Villa y José Luis Robles, según consta en el escrito, fueron presentados ante la Dirección General de Política Interior del Ministerio de Gobernación (hoy Interior) para su legalización.

 El 12 de noviembre del mismo año, esa Dirección General dictó resolución denegando el reconocimiento de la Asociación, ante lo que se presentó Recurso de Reposición en los plazos establecidos, el 12 de diciembre de 1974.

 Como consecuencia del Recurso, el 10 de febrero de 1975 la misma Dirección General dictaba una nueva resolución, en la que tras una serie de «Resultandos» «Vistos» y «Considerandos» decía por fin en su último párrafo que, «..en uso de las facultades delegadas por el Excmo. Sr. Ministro, ha tenido a bien estimar el recurso de reposición interpuesto por la Asociación de Vecinos de Carabanchel Alto, y en su consecuencia acordar el reconocimiento de dicha entidad». Con ello se adquiría la personalidad jurídica y legal necesaria para su funcionamiento normal, tras casi 11 meses de situación de «trámite».

 Aunque fue un período largo de interinidad arbitraria, sin motivo que lo justificara, no debemos olvidar que esta situación de «trámite» afectó durante varios años a muchas otras Asociaciones de Vecinos de Madrid y el resto del estado, 20 de las cuales se encontraban todavía en esa situación en septiembre de 1976, por el capricho de unos políticos que ejecutaban las medidas antidemocráticas del anterior régimen franquista.

Carnet de la Asociación

Carnet de la Asociación

 Entre los fines que los Estatutos proclamaban para la Asociación estaban los siguientes:

1º.- La representación y defensa por los medios legalmente establecidos de los intereses de sus asociados en cuanto a los problemas derivados de la situación urbanística, sanitaria y cultural del barrio. Asimismo facilitar asesoramiento sobre estas materias a los asociados en su calidad de vecinos, además de la colaboración con los organismos competentes para la solución de los problemas.

2º.- Cooperar con las instituciones educativas del barrio (colegios, institutos, etc.) en orden al desarrollo de los fines de la Ley General de Educación, mediante la aportación de datos, propuestas e informaciones a los organismos competentes.

3º.- Promover la creación de Guarderías Infantiles, Dispensarios Médicos y Obras similares.

4º.- Prestar ayuda moral y económica a las familias más necesitadas, y participar en la solución de los problemas de chabolismo y vivienda, informando a las autoridades competentes de los diferentes casos existentes en la barriada.

5º.- Promover la defensa de los asociados en su calidad de consumidores por todos los medios legales, colaborando con las Asociaciones de Consumidores legalmente establecidas, tanto oficiales como privadas, e incluso procurando la constitución de entidades para este fin.

6º.- En general la defensa de los intereses legales de las comunidades de vecindad de la barriada y la elevación del nivel cultural y físico de los Asociados.

 El nacimiento de esta Asociación, cuyos primeros intentos se remontan incluso 5 años atrás, se produjo al calor de un fuerte movimiento, al que se le puso el nombre de «ciudadano» que surgió hacia 1969 en toda la geografía española, y en particular en Madrid, y tuvo gran pujanza en los primeros años de la década de los 70 en barrios como Orcasitas, S. Blas, Pozo del Tío Raimundo, Palomeras Altas y Bajas, Barrio del Progreso, Puerto Chico, Aluche, Moratalaz, Barrio del Pilar, Leganés, y un largo etcétera, con la finalidad de mejorar las deplorables condiciones de vida que se daban sobre todo en los barrios periféricos de la ciudad, al tiempo que defender a sus vecinos de las agresiones que el sistema producía en ellos, trabajadores la mayoría, y que la carestía de la vida representaba la mayor amenaza en la época. Es lo que también se denominó en la época como la defensa del «salario indirecto», ya que de poco servían unas mejoras salariales que se diluían a los pocos meses con el aumento desmesurado de los precios o la falta de vivienda, agua, equipamientos de ocio y cultura, etc.

 Surgen también al calor de una época de gran presión social por la conquista de las libertades que el agonizante régimen franquista tenía secuestradas, suponiendo en la práctica una canalización «tolerada» de estas aspiraciones que por otros medios no era posible desarrollar. Esta función política que también asumieron las Asociaciones de Vecinos en aquella época, lejos de ser motivo de crítica (como en algunas ocasiones se hizo), debe ser un orgullo, ya que gracias a ellas, junto con otras entidades y personas luchadoras que dejaron parte de su vida en el empeño, ahora podemos disfrutar todos de una democracia, que, con todas sus imperfecciones, permite el ejercicio de la libertad a todos los ciudadanos.

 Pero la historia de las Asociaciones de Vecinos, la nuestra incluida, demuestra que los fines específicos de mejora de las condiciones de vida de los barrios, fue su preocupación principal.

 Tras la legalización se alquiló un local en la calle Zarzuela, en la zona de Pajarones, para no tener que seguir utilizando el domicilio particular de alguno de los promotores, y a los pocos meses se instaló en un antiguo colegio en los bajos de la calle Piña 15 (antes 13), hasta la fecha.

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